Las Varillas y su Torre de la Iglesia: historia de un desafío

El Arquitecto Valter Dabbene recuerda cómo fue realizada la torre de la Iglesia Nuestra Señora del Rosario, una historia que comenzó en 1950, pero que se pudo concretar recién en 1982.

“Cualquiera que pase por Las Varillas notará una imponente estructura visible desde kilómetros a la redonda: la torre de la iglesia. En su cima, las campanas resuenan en el tiempo, aunque una de ellas lleva una grieta imborrable. Lo que pocos conocen es la historia detrás de su construcción y el papel clave del Padre Lorenzo Mensa, cuyo empeño y determinación permitieron que hoy la ciudad cuente con este emblemático símbolo”, expresó.

En 1950, la construcción del actual templo católico estaba por concluirse, pero la torre campanario quedó inconclusa. Las campanas, donadas por Antonio y Alfredo Palmero, quedaron expuestas al sol y la intemperie durante años, y una de ellas terminó partiéndose.
A fines de los años 70, un problema aún más grave amenazó la estabilidad de la torre y de muchas otras edificaciones: el ascenso de las napas freáticas. La capacidad del suelo para soportar estructuras se redujo drásticamente, pasando de 2 kg/cm² a apenas 200 g/cm². Lo ya construido comenzó a hundirse y continuar con el diseño original se volvió inviable.
En Marcos Juárez se había intentado bajar las napas con bombas de extracción, pero al hacerlo demasiado rápido, el problema se agravó. Aprendiendo de esa experiencia, en Las Varillas se aplicó un proceso más gradual para recuperar la resistencia del suelo.
“Gracias a los contactos del Padre Mensa, llegaron especialistas de Córdoba para evaluar la situación. Fue entonces cuando, junto al ingeniero Omar Rubiolo, nos sumamos al desafío de encontrar una alternativa viable. La conclusión fue clara: la torre debía ser rediseñada desde cero”, recordó el Arquitecto.

Siguiendo esta nueva dirección, el Padre Mensa los llevó a la fábrica Palmar en Córdoba en busca de una estructura adecuada. Allí, el gerente Alassia, les mostró distintas torres diseñadas para grandes depósitos de agua, aunque todas eran triangulares y no encajaban con la estética del templo.
Sin embargo, con el apoyo del Ingeniero Martínez, de la misma empresa, lograron adaptar un diseño cuadrado de 4m x 4m con 16 columnas, placas horizontales cada tres metros y un espacio central de 2m x 2m para el sistema de campanas.

Más tarde se enteraron que la cálida recepción en la fábrica no fue casualidad, sino que fue porque el Padre Mensa había bautizado al gerente Alassia en Italia, y por ello les ofrecieron todo lo que necesitaban a precio de costo.
Así comenzó la construcción de la nueva torre, ubicada al frente de la estructura original. Las obras, dirigidas por el ingeniero Domingo Larghi, se iniciaron en 1980 y se extendieron por dos años hasta completar una imponente torre de 34 metros de altura sobre una base de hormigón armado de 9m x 12m. La construcción estuvo a cargo de José Ricardo Testa y Miguel Ángel Puntonet, con la colaboración de Francisco y Hugo Juárez(padre e hijo) y José Pérez.

“Como arquitecto, hice el seguimiento de los detalles para trabajar ante las dudas que se presentaran. En la metalúrgica Gosso se fabricaron las escaleras metálicas que permitirían acceder a cada nivel”, añadió Valter Dabbene.
Agregó que el Padre Mensa quería más, ya que su visión incluía un reloj luminoso en cada una de las cuatro caras de la torre, visible de día y de noche. Para ello, viajó a Italia en busca de fabricantes, pero allí les recomendaron a los mejores relojeros que conocían y que estaban en Buenos Aires.
Finalmente, se diseñaron cuatro relojes de 2m x 6m, sostenidos por una estructura construida por Rubén Actis. Durante un tiempo, los costos de su elevado consumo eléctrico fueron cubiertos por Edith Sturm, esposa de Luis Zanello y fiel colaboradora de la parroquia. Sin embargo, con el paso del tiempo y las crisis económicas, el apoyo tuvo que cesar, y los relojes dejaron de funcionar, se sacaron y se guardaron.

Otro detalle curioso de la torre es su cúpula metálica de 2m x 2m x 5m, coronada con una veleta en forma de gallo, construida por los hermanos Salvático, un anhelo personal del Padre Mensa. Su última gran idea era instalar un ascensor para que cualquiera pudiera subir y admirar la ciudad desde lo alto, pero el costo descomunal de la obra hizo que sus allegados le pidieran al Arquitecto Dabbene convencerlo de desistir de la idea. “No fue tarea fácil, pero finalmente cedió. Y si alguna vez fue obstinado en sus proyectos, no fue por capricho, sino porque era, sin duda un buen piamontés”, afirma el Arquitecto.
Añadió finalmente que se siente orgullo de haber sido parte de la realización de la Torre, que fue inaugurada en 1982 y sobre todo haber conocido al Padre Mensa: “Su incansable dedicación a la comunidad, su honestidad, su entrega y su empeño en mejorar la vida de los ancianos y los niños lo convirtieron en una figura inolvidable para Las Varillas. Su legado sigue en pie, tan firme como la torre que desafió la inestabilidad del suelo y que hoy se alza como testimonio de su determinación”, concluye Dabbene.

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