Finalmente el pueblo se expresó en las urnas y la mayoría se decidió por el cambio, agobiados por la situación económica y la inflación que causan mucha incertidumbre y en general para las personas que trabajan, que producen, que pretenden mínimamente vivir con un poco de estabilidad y tranquilidad, optó por lo nuevo, lo inesperado, lo que no se sabe bien de qué se trata, con una propuesta disruptiva y preocupante en algunos temas como lo que mencionó el nuevo Presidente electo, Javier Milei, sobre el mercado de órganos, la libre portación de armas, privatizaciones, volver al sistema jubilatorio de AFJP, apertura de mercado, y otras que se escucharon durante meses y que se moderaron poco antes del balotaje.
Hubiera sido un milagro si ganaba Massa con 140 de inflación y sin señales de mejoría en el corto o mediano plazo, impulsando una importante campaña del miedo que le resultó en contra, no cambiando el feriado largo, que también se le volvió en contra y mostrándose como un político avezado, un “combo” que resultó determinante para el resultado.
Queda claro que se viven nuevas épocas en las formas de hacer política, de hecho mientras menos está impregnado el candidato de política, más adhesiones cosecha. Como también queda claro que nadie es dueño de los votos, y que la gente decide y quiere expresarse de manera contundente en un marco democrático que “no quieren abandonar”, y eso es un hecho que el gobernante, cualquiera sea, deberá tener muy en cuenta, y por eso sería interesante que pasada la instancia electoral que ya quedó definida se respeten todas las posiciones y opiniones, con respeto, con tolerancia, con paz.
Por otro lado, toda esa expectativa de cambio que finalmente se concretó en las urnas, hacia algo que todavía no conocemos bien en qué consiste, simplemente porque no ha comenzado a gobernar, conlleva a que la sociedad esté muy atenta, observando.
