No podemos decir que la postal del paro del jueves 9 de mayo, el segundo que realiza la CGT al gobierno de Javier Milei, fue la misma en todos lados, podríamos mencionar Buenos Aires y algunas grandes ciudades que se vieron algo más vacías porque principalmente no había transporte, y el resto del interior que siguió con su vida normal porque la gente no necesita tanto del transporte para ir a trabajar.
Aunque existen motivos válidos e importantes para hacer un paro, porque nadie niega el ajuste que en mayo medida están pagando principalmente los sectores medios y jubilados, la realidad es que entre la gran mayoría gente que trabaja en relación de dependencia y aquellos que son trabajadores informales, a este medidas con tinte “político” ya no les convence, y sobre todo porque aquí además se mezcla el descreimiento en una clase sindical (que algunos llaman “casta”) que dice defender a los trabajadores, que según la realidad y los datos del INDEC, en los últimos 8-9 años se han empobrecido, y también porque observan cierta incoherencia entre lo que la dirigencia sindical expresa y la forma en la que viven, es decir, “posiblemente a ellos no les afecte tanto el ajuste como sí a los trabajadores que dicen defender”, claro que hay honrosas excepciones, pero son las menos.
Los datos objetivos indican que la CGT le realizó 13 paros generales a Raúl Alfonsín, 8 a Carlos Menem y 8 a Fernando De la Rúa, 2 paros a Eduardo Duhalde, 5 a Mauricio Macri y 5 a Cristina F. de Kirchner, y en los últimos cuatro años “0” a Alberto Fernández. Mientras que en cinco meses de gestión llevan 2 paros generales a Javier Milei.
Por otro lado, otros datos significativos y que son los que realmente deberían preocupar a las cúpulas sindicales es la falta de generación de empleo genuino y privado en los últimos doce años, y a la carga impositiva y leyes laborales que no se han adecuado ni modernizado a los nuevos tiempos para propiciar que las industrias y los comercios puedan tomar más trabajadores registrados. Párrafo aparte merece la legislación laboral, que no necesariamente su modificación o la instrucción de cambios, implique que los trabajadores pierdan derechos, si no que se trata de tratar de incentivar a que los empleadores puedan dar trabajo sin tanta presión impositiva y pendientes de la industria del juicio, que en definitiva perjudica tanto a empleados como a trabajadores, en beneficio de un sistema que limita y asfixia.
Por último, otro dato interesante y que demuestra que el paro no tuvo el eco esperado en el interior del país, es el relevamiento por la Unión Industrial de Córdoba, sobre 326 industrias de todo el territorio provincial, quienes señalaron que no hubo acatamiento el 79 por ciento, de manera parcial el 18 por ciento y un 3 por ciento total. En el comercio el acatamiento fue prácticamente nulo.
Evidentemente dato mata relato.







