Un reciente informe del IETSE (Instituto de Estadísticas y Tendencias Sociales y Económicas de Córdoba, en un reciente estudio realizado en las 24 jurisdicciones nacionales (23 provincias y ciudad autónoma de Buenos Aires), sobre 4200 encuestas de hogares, revela que el 91 por ciento de los mismos tienen deudas, y sólo el 9 por ciento restante no.
Los datos corresponden a mayo de 2025, es decir el mes en curso. Del total de los hogares, el 65% tiene entre dos y tres deudas, una sola deuda el 23 por ciento, y más de tres deudas el 12 por ciento.
Las tarjetas de crédito conforman el 30,5 por ciento de las deudas, y le siguen: servicios privados 10,5%; fiado en comercios 8,8%; impuestos, tasas y expensas 8,5%; familiares/amigos: 8,4%; alquiler 8%; deudas bancarias 7,2%; servicios públicos 5,7%; salud prepaga 4,8%; educación privada 4,5%; financieras/prestamistas 2,1%; otras deudas: 1%.

Dentro de las deudas con tarjeta de crédito el 58% compra alimentos, un 15% indumentaria, 11% combustible, 8% combustibles y servicios, 5% electrodomésticos. Es decir, comprar alimentos con tarjeta de crédito sigue siendo predominante.
Como conclusión, el IETSE indica que el endeudamiento ha dejado de ser una herramienta transitoria y se ha convertido en estructural, la creciente utilización de crédito para satisfacer necesidades básicas como la alimentación, revela un empobrecimiento de los hogares que va más allá de la coyuntura económica. La inflación, hoy estabilizada pero persistentemente alta y una notable caída del poder adquisitivo, han sido la causa de una crisis de ingresos que obliga a muchas familias a vivir en un estado de emergencia financiera permanente.

Surge entonces el interrogante si el gobierno está pensando en rediseñar políticas que posibiliten ir revirtiendo la realidad de un alto porcentaje de la población que no “le queda otra que endeudarse” para llegar a fin de mes, o continuará en la lógica sólo del mercado, parece difícil creer que, sin medidas específicas, la microeconomía logre encaminarse.
El nivel de endeudamiento de los hogares repercute directamente en el consumo, que tiene datos más alentadores que tiempo atrás, pero que todavía no logra los niveles esperados, y necesarios para sostener en pie, en particular, a los pequeños comercios.







