Un menor de 15 años que fue detenido 18 veces en la ciudad de Córdoba en diferentes situaciones delictivas a lo largo de 2024. La noticia causa estupor seguramente, pero al mismo tiempo los más importantes interrogantes y reflexiones que no han tenido ni tienen respuestas hasta ahora.
¿Qué hacer con los menores que delinquen, ingresan por una puerta y salen por la otra, ya que «No es punible el menor que no haya cumplido dieciséis (16) años de edad?
En el caso puntual de este adolescente había estado dos veces internado en el Complejo Esperanza, y en la última detención la SENAF reiteró el pedido de que vuelva a dicho Complejo, mientras que la Jueza que entiende en la causa decidió dejarlo libre, aunque en un centro de contención, del cual también se fugó, argumentando que las acciones que se tomaron no dieron resultado, lo que nos remite a pensar que es un problema difícil de resolver porque aunque se haya hecho el circuito correcto: policía lo detiene, la SENAF interviene por ser menor inimputable, y la justicia termina liberándolo porque no tiene elementos para imputarlo y mandarlo a juicio, el vacío legal existente, y el enorme vacío social que pueda encausar estas situaciones para que no pasen a mayores.
La sociedad en la que vivimos, cada vez más compleja, que fue empeorando con el paso del tiempo, sumado a la profundización de las problemáticas del consumo de sustancias ilegales, con hijos que padecen adicciones, pero al mismo tiempo con padres que también las tienen, algo que se viene acrecentando, a ello, hay que sumarle la pobreza, la falta de oportunidades, los mecanismos de contención que no son suficientes o que en muchos casos fallan, y volvemos a la pregunta qué hacer cuando se plantean este tipo de circunstancias, que posiblemente sean más comunes de lo que conocemos y trascienden en los medios de comunicación.

Mientras tanto, lo más triste y lamentable es que hay un adolescente de 15 años, como en este caso, que cayó en la delincuencia y resulta un peligro para el resto de la sociedad, porque lo peor es que tienen acceso a armas de fuego y terminan matando a un inocente para robar.
Evidentemente hasta acá lo real es que el sistema así como está no funciona, ni para recuperar a los menores que por distintas situaciones han caído en la delincuencia (muchos son utilizados por mayores de edad justamente por ser intocables para ir a la cárcel), ni para la sociedad que de esta manera corre peligro y tiene que acostumbrarse a vivir con miedo de que algún día “me toque a mí o mis seres queridos”, con el daño irreparable que eso significa, y encima por ser un menor de edad, no tener al menos justicia.
El debate sobre la baja de la imputabilidad, que se pone a consideración gobierno tras gobierno, incluso llegan proyectos al Congreso de la Nación, hasta ahora no se ha dado, posiblemente haya que analizar todo el sistema que reiteramos “así como está no funciona ni para recuperar a los menores ni para proteger a la sociedad de ellos”, pero sí es concreto de que algo hay que hacer.
El actual régimen de imputabilidad que establece la edad mínima a los 16 años rige desde 1980, desde entonces los cambios sociales experimentados son “enormes”, y la problemática actual que nos está llevando por delante, requiere soluciones urgentes.
Hace cuatro meses, el actual gobierno ingresó un proyecto de baja de la imputabilidad a los 13 años, si está bien o no, bueno, quizás es momento de discutirlo, debatirlo y reflexionarlo, pero en serio, y sobre todo porque “ya no puede esperar”. Mientras que el gobierno provincial enviará a la Unicameral “una propuesta de Código de Procedimiento Penal Juvenil donde taxativamente se estipule qué se hace con los jóvenes punibles y los no punibles”.
Urge abordar el tema y ser concreto, tanto para los menores que tienen una realidad muy dura que los ha llevado a transitar esos caminos fuera de la ley, pero que al mismo tiempo ya a los 13, 14 o 15 años tienen el discernimiento necesario para saber bien lo que están haciendo, que empuñando un arma de fuego pueden terminar con la vida de alguien, y también tienen conciencia de que por las leyes vigentes no serán imputables y quedarán libres, y ahí se produce la injusticia para miles de víctimas inocentes, con el temor latente de que esa víctima puede ser cualquiera de nosotros en cualquier momento.