La grave denuncia judicial y pública sobre violencia de género ejercida por el ex Presidente de la Nación Alberto Fernández, realizada por su ex esposa Fabiola Yañez, causó estupor, indignación y un total rechazo de toda la sociedad, no solamente de las mujeres al trascender en la prensa fotos de la ex primera dama con golpes y mensajes de whatsapp donde quedaba expuesta una situación que ocurrió mientras su marido ejercía la presidencia.
Y de alguna manera esto viene bien para que de una vez por todas nos preguntemos qué tipo de gobernantes y de dirigentes queremos y necesitamos?. No sólo los políticos o que ocupan cargos, sino que va más allá, aquellos que tienen representación de los trabajadores en los sindicatos, o también que son representantes de entidades o instituciones con injerencia en la vida de la gente.
Fernández durante su mandato, mientras la mayoría de las personas estaban “encerradas” por la pandemia, hacía una fiesta en Olivos, pero aún peor son las manifestaciones permanentes en defensa de los derechos y el cuidado de la mujer, ni qué hablar de las cátedras que trataba de brindar en sus discursos sobre moral, todo lo que se desmoronó la semana pasada y no sólo con la palabra de quien fuera la víctima de violencia, sino con videos y fotos donde usaba las instalaciones de la Casa Rosada para…(bueno cada uno lo puede imaginar).
El doble discurso, la doble moral, la hipocresía, quedaron expuestas en un político que fue hasta hace poco Presidente de la Nación, y que por ciento como tal fue muy malo, porque no resolvió nada de lo que supuestamente venía a resolver, sino todo lo contrario, y esa desesperanza que causó, de alguna manera eso explica también cómo es que Javier Milei terminó siendo Presidente.
Si vamos un poco más profundo, lo que ha sucedido debería ser un ejemplo de lo que no quiere y rechaza la sociedad de quienes la representan, cuando se trata de personas que ejercen cargos públicos, es más difícil separar lo que hacen de lo privado, porque les guste o no se convierten en ejemplo, o por lo menos deberían convertirse en ejemplo, porque no sólo es lo que la sociedad reclama, sino lo que está necesitando, y esto es para todos los niveles, en la nación, las provincias y los municipios.
Es importante decir además, que la violencia psicológica y física la puede sufrir cualquier mujer, inclusive en las más altas esferas del poder, y es lamentable que teniendo organismos que se dedicaban a la defensa de estos derechos de la mujer no hubieran intervenido o advertido la situación, sin embargo esto no quiere decir que los mismos no tengan que existir, posiblemente tendrían que ser independientes del poder político, y contar con los recursos requeridos para realmente cumplir con los objetivos para los que fueron creados.
Que lo sucedido sea un antes y un después, quizás es el momento de desterrar de la política, principalmente, la doble moral y el doble discurso.
