El 3 de noviembre de 1995, la ciudad de Río Tercero se convirtió en un campo de batalla inesperado. Una serie de potentes explosiones en la Fábrica Militar local sembró la muerte y la destrucción, dejando un saldo de siete víctimas fatales, cientos de heridos y daños materiales incalculables. Lo que inicialmente se presentó como un «accidente» por parte de las autoridades nacionales, incluida la del entonces presidente Carlos Menem, resultó ser, según la justicia, un atentado intencional diseñado para encubrir el tráfico ilegal de armas a Croacia y Ecuador.
Casi dos décadas después de la tragedia, en 2014, el Tribunal Oral Federal (TOF) N.º 2 de Córdoba dictó una sentencia histórica que echó luz sobre los oscuros móviles del suceso.
Condenas y el móvil del encubrimiento
El tribunal condenó a cuatro altos funcionarios de la empresa estatal Fabricaciones Militares, todos ingenieros y militares retirados, a penas de trece y diez años de prisión por el delito de estrago doloso (intencional) agravado por la muerte de personas.
Los condenados fueron identificados como:
Edberto Enrique González de la Vega: Director de Coordinación Empresarial de Fabricaciones Militares.
Carlos Franke: Director de Producción.
Jorge Gatto: Director de la Fábrica Militar de Río Tercero.
Marcelo Gatto: Jefe de la División Producción.
De manera unánime, el tribunal concluyó que el móvil de la explosión fue el encubrimiento del contrabando de armas y municiones a Ecuador y Croacia, operaciones realizadas entre 1991 y 1995.
Desarrollo judicial y condenas firmes

FOTO La Voz
La sentencia de 2014 fue un paso crucial, pero el camino hacia la firmeza de las condenas fue largo. En julio de 2020, la Cámara Federal de Casación Penal confirmó las penas impuestas. Finalmente, en 2021, la Corte Suprema de Justicia de la Nación rechazó los últimos recursos de las defensas, dejando las condenas firmes y marcando un hito en la búsqueda de justicia para las víctimas.
La mecánica del estrago
Durante el juicio, se reconstruyó la mecánica de los hechos. El estrago se desencadenó a partir de tres explosiones: dos en la Planta de Cargas y una tercera, de mayor magnitud, en los depósitos de Expedición y Suministros. [14] Estas detonaciones iniciales provocaron el estallido masivo de miles de proyectiles de guerra acumulados, que se esparcieron por la ciudad.
Las pericias determinaron que personas con conocimientos en explosivos ingresaron a la fábrica la noche previa o la madrugada del 3 de noviembre para acondicionar los elementos iniciadores del fuego y los detonadores necesarios. [15] Hechos inusuales, como la acumulación excesiva de trotyl y proyectiles en la Planta de Carga y la ausencia del personal jerárquico directivo el día del hecho, abonaron la teoría de la intencionalidad, desestimando la versión inicial del «accidente».
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