Ruta de las sierras: pueblos cordobeses para conocer en un fin de semana largo

Las sierras cordobesas guardan secretos que solo se descubren cuando uno se anima a salir de la ruta trillada. Villa Carlos Paz es imperdible, pero hay pueblitos que conservan esa magia de los lugares donde todavía se conoce a todo el mundo por el nombre.

Los que llegan desde afuera suelen preguntarse cómo viajar en micros a Córdoba y cuál es la mejor forma de moverse entre estos rincones serranos. La situación es que el transporte provincial conecta casi todos los destinos, y con un poco de planificación se puede armar un recorrido que aprovecha cada día del finde largo.

¿Qué tienen de especial estos pueblos? Ahí está la gracia: cada uno tiene su onda particular. Desde uno que prohibió el paso de los autos hasta otro que viviría en un perpetuo Oktoberfest, pasando por uno que es famoso por supuestos avistamientos de ovnis. Córdoba es hermosa y muy especial: hay opciones para todos los gustos.

La Cumbrecita: donde los autos están prohibidos

Hace muchos años que en esta localidad decidieron no dejar entrar vehículos al pueblo. Y fue lo mejor que pudieron hacer. Caminar por La Cumbrecita es como meterse en una postal europea plantada en el medio de las sierras. Las casitas parecen de cuento, con esos techos puntiagudos y jardincitos que dan ganas de sentarse a tomar mate.

El arroyo que cruza el pueblo forma unos pozos donde el agua está tan cristalina que da pena meterse (aunque uno se mete igual). Para los que les gusta caminar, el sendero a La Olla lleva a una cascada que está escondida entre las piedras. Son como 30 minutos de caminata tranquila, sin apuro.

Las cabañas de madera mantienen el estilo del lugar. Y acá viene un dato que no está en las guías: muchas incluyen desayunos caseros que te hacen entender por qué vale la pena madrugar en vacaciones.

Villa General Belgrano: cerveza y strudel todo el año

Aunque la Oktoberfest sea en octubre, Villa General Belgrano funciona como si fuera una mini Alemania los 365 días del año. Eso se nota en las cervecerías artesanales, las confiterías con strudel que hacen las abuelas alemanas y ese aire bávaro que se respira en cada esquina.

El centro del pueblo mantiene esa arquitectura que trajeron los primeros colonos. Los restaurantes alemanes compiten con las parrillas criollas en una mezcla cultural que, por alguna razón inexplicable, funciona de maravillas.

Los fines de semana se arma una feria en la peatonal donde venden desde miel de las sierras hasta esos adornitos alemanes que quedan perfectos en cualquier casa. Es el lugar indicado para llevarse algo que realmente valga la pena como recuerdo.

Capilla del Monte: misterios y buenas vistas

Este pueblo está al pie del Cerro Uritorco, dicen que tiene energías raras y algunos juran haber visto ovnis. Más allá de lo que cada uno crea, Capilla del Monte ofrece paisajes que cortan la respiración y una movida cultural que sorprende.

Subir el Uritorco lleva unas cuantas horas y hay que estar en buen estado físico. Pero desde arriba, la vista panorámica de las sierras justifica cada paso del ascenso. Para los que prefieren algo más tranquilo, hay senderos más fáciles que también permiten conectar con la naturaleza.

En el pueblo se come bien. Desde locros y empanadas hasta propuestas más modernas en restaurantes que aprovechan productos de la zona. Los fines de semana funciona una feria de artesanos donde ceramistas, tejedores y talladores muestran lo suyo.

Dato curioso: muchos turistas llegan buscando experiencias místicas, pero terminan volviendo por los paisajes y la gastronomía. Y además, queda muy cerca de San Marcos Sierras, que es también conocido por sus paisajes y su encanto de pueblito.

El Pueblito y Alta Gracia: tradición pura

La localidad serrana llamada “El Pueblito” (cerca de Salsipuedes, en las llamadas Sierras Chicas) mantiene ese aire de pueblo de campo que cuesta encontrar. Calles de tierra, casas de adobe y esa tranquilidad que solo existe lejos del ruido urbano. Es el lugar perfecto para desconectarse realmente.

Alta Gracia, por su parte, mezcla historia colonial con tradición musical. La casa del Che, la Estancia Jesuítica y el Museo Manuel de Falla ofrecen un recorrido cultural que pega perfecto con los atractivos naturales de la zona.

Cerca de allí, el dique Los Molinos suma la posibilidad de actividades náuticas para los que quieren combinar sierra con agua. Kayak, windsurf, pesca deportiva… las opciones sobran durante buena parte del año.

El secreto está en no apurarse

Para aprovechar un fin de semana largo en las sierras, la clave está en elegir dos o tres pueblos como base. Pretender conocer todo de una vez es la mejor forma de no conocer nada bien.

Las sierras cordobesas son ese tipo de destino que no cansa sino que recarga las pilas. Donde cada atardecer desde un mirador se convierte en un espectáculo gratis y donde los productos regionales tienen otro sabor cuando se los disfruta con vista a las montañas. Simple como eso.

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