Luciana, es una joven nacida en Villa María que desde hace unos veinte años vive en la ciudad de Las Varillas. Formó una familia junto a Crístian Rivera, su esposo y ambos además de sus tareas comerciales y su familia, se dedican al montañismo. Hace muy poco tiempo ambos escalaron el techo de América, el Aconcagua, la montaña más alta de Argentina.
EH: ¿Cómo ha sido esta experiencia, y más para una mujer? LC: La experiencia es todo, empezando por el camino, y luego llegar a la cumbre, pero todo es magnífico. Primero hicimos una visita al Aconcagua con unas amigas, vimos de qué se trataba y luego armamos el viaje con mi marido. Nos acompañó el buen clima y nuestros compañeros fueron muy buenos.
EH: ¿Cómo se preparan para escalar el Aconcagua? LC: El trabajo es mental y físico. Aquí en Las Varillas, por ser llano, hacemos trainning y gimnasio y los fines de semana viajamos a las sierras y allí entrenamos.
EH: ¿Cómo haces tener esta actividad con una familia y el negocio? LC: Tengo la suerte que a mí me gusta lo mismo que a mi esposo y compartimos la pasión por este deporte. Ahora vamos los dos juntos, pero antes con nuestras hijas pequeñas, lo hacíamos una vez uno y otra vez el otro.

EH: Si no hubiesen llegado a la cumbre¿se sentirían frustrados? LC: No para nada, al contrario, uno llega hasta donde puede, esta vez hicimos cumbre, pero si no fuera así, estaríamos contentos igual y volveríamos a intentarlo.
EH: ¿Qué se siente en la inmensidad y la soledad en tan grande paisaje? LC: Allí uno se encuentra con uno mismo, en esa inmensidad, no existe la comodidad, entonces se extraña la cama, el confort del hogar. Allí los amaneceres y atardeceres son fantásticos y únicos, las bajas temperaturas y el viento, junto a los precipicios, te mantienen en alerta todo el tiempo. Pero allí uno descubre que no solo existe Dios, si no que se encuentra con Él cara a cara.
Por: Rubén Darío Bonis








