Solicitada: Ramiro Guevara Roy, posiblemente el fundador de Las Varillas

Investigación: Ariel Garis.

Sabemos que muchas y variadas son las conjeturas acerca del origen o de la fundación de Las Varillas. Nuestra intención no es atacar o desbaratar a ninguna de ellas, bien conocidas por todos los avezados en el tema.
El nombre del legítimo fundador también ha sido objeto de largos debates. La prensa y la opinión pública los recogieron. Por eso, no podemos detenernos en argumentos documentados y demostrados, pero ciertos datos fueron ignorados. Los archivos nacionales y provinciales no coinciden con el municipal. Hay desajustes propios de acumular papeles considerados estériles. Primero, es menester alertar al lector: no hay fecha de fundación, como tampoco fundador. Entonces, ¿quién fundo Las Varillas?
La idea de fundación de comunas, pueblos o ciudades, en el imaginario colectivo se asocia con un conquistador español desenvainando su espada y asentando a un grupo de colonos en nombre de su Majestad. Eso, desde luego, no ocurrió en Las Varillas, que fue producto de un proceso iniciado con las leyes para atraer a la inmigración europea que incentivaron presidentes como Domingo Faustino Sarmiento y Nicolás Avellaneda, inspirados en el pensador y jurista liberal Juan Bautista Alberdi, padre de la Constitución argentina. Fomentar la explotación agrícola ganadera fue fundamental para el proyecto del presidente Julio Argentino Roca, quien forjó a partir de 1880 la Argentina moderna. Establecer colonias de campesinos en la región pampeana era clave para que el país despegara y exportara bienes primarios. Es aquí donde nuestro personaje entra en escena. Encontramos en el Archivo General de la Nación (AGN), sección estancias, Córdoba, donación Familia Guevara Roy, 1935, dos cartas firmadas por él y dirigidas a la familia Álvarez Luque. Ramiro Guevara Roy era porteño, hijo único, de padre argentino y madre catalana, nacido el 4 de enero de 1876 y fallecido el 12 de agosto de 1934, según hemos visto en su lápida en el Cementerio de la Recoleta.


En la correspondencia aseguraba que por razones de salud (asma) debió pasar largas temporadas en Córdoba, por consejo de sus médicos. Asimismo, nos brindó aspectos de su psicología: amante de los juegos criollos, curioso investigador de buenas pasturas para engordar ganado y deseoso de que un buen negocio pudiera hacerle recuperar la fortuna familiar que en otros tiempos podría decirse fue ponderable. Paseó por los pagos de la estancia Las Varillas y vio, cuando moría el siglo XIX, una oportunidad única para sus planes. Sabía que el ferrocarril pasaría por la zona, pues había hablado con los propietarios de tierras y campos. Quería diseñar una colonia a su gusto, algo futurista, siguiendo los pasos de los arquitectos que traían de Francia e Italia estilos novedosos y sólo necesitaban financistas y terrenos para experimentar. Uno de esos arquitectos fue Lucio Peralta Correa, quien vagó por Europa estudiando y relacionándose con círculos de artistas vanguardistas y masónicos. Esto es probable. En el panteón de Ramiro Roy no hay simbología cristiana, sino escuadras. En el archivo provincial existe, sección San Justo, 1901, un contrato que lleva su firma y por el cual se compromete a levantar edificios y casas para inmigrantes. Un pequeño y rudimentario dibujo establece el plano original en forma de triángulo y en el medio un obelisco. Quiso comprar un campo para llevarlo a cabo, aunque sin éxitos. Sin embargo, no se agotaron sus fuerzas e insistió.
Hacia finales de 1898 Guevara Roy estaba en los alrededores de Las Varillas tratando de convencer a sus amigos terratenientes para que lo dejaran ejecutar los planos de Peralta Correa. Lo podemos imaginar guiándonos por su retrato en la Recoleta: enjuto, huesudo, alto, ojos negros y penetrantes, un visionario torpe y con poca paciencia para negociar. No llegó a ver cumplida su misión, aunque en cierto modo, sí; porque sus palabras, sus elucubraciones, resonaron en quienes fundaron la ciudad. Fue quien tuvo la idea original. Ya sin ganas de batallar, volvió a Buenos Aires y vivió plácidamente de una pensión que el presidente Mitre le dio a la viuda de su abuelo, el coronel Juan Guevara, caído en la Guerra del Paraguay.
Las cartas citadas son escuetas y algo entreveradas en su estilo. Guevara Roy dice que Peralta Correa lo quería estafar para volver a París y que los propietarios de Córdoba le pidieron un adelanto para construir. Se quejaba que el banco provincial no le cedió un crédito por falta de garantías y que todo lo iban a construir al azar, “como quien no quiere la cosa” (sic). “Si la estancia se llama Las Varillas, la colona triangular debe llamarse así, de la misma manera”, anotó al margen de la hoja, en la carta fechada el 3 de marzo de 1899. En la otra carta, del 4 de junio del mismo año, no escatima insultos por la falta de contestación ante sus pedidos y al enterarse que pobladores italianos, franceses y suizos, le habían arruinado su negocio en Córdoba.

Investigación: Ariel Garis.

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