Pedaleando Mi Vida: “Este libro que me ha traído una enorme alegría y satisfacción”

El libro que relata historias de escuelas, capillas y otros lugares de nuestra zona rural

Isidro Calvo descubrió en el ciclismo no sólo una manera de recuperarse de una dolencia física en una pierna, que lo llevó a dejar de practicar deportes, pero además le abrió una nueva puerta en su vida al comenzar a recorrer y descubrir lugares en nuestra zona rural que los fue dejando plasmado primero en las redes sociales a través de Facebook, y posteriormente surge la iniciativa junto a su yerno, el periodista Roberto Battaglino, de la edición de un libro al cual le puso como título “Pedaleando mi vida”.
Según explicó en conversación con EL HERALDO, la primera salida fue hasta la escuela Niñas de Ayohuma con dos compañeros de trabajo y decidió volver por camino de tierra. En esa oportunidad no conocía nada de caminos rurales, pero se despertaba una intensa curiosidad. “En principio salía con mi sobrino o con un muchacho Gallo, hasta que vino la pandemia y empecé a salir solo y ahora salgo solo porque al ser jubilado salgo en el momento que quiero y con mis tiempos…”, dijo.
Cuenta que el libro y la idea de rescatar historias de lugares rurales como escuelas, capillas, boliches, nace a partir de la vivencia que tuvo cuando era niño que por un problema de salud su familia lo lleva un mes de una familia amiga al campo en Carrilobo para facilitar su recuperación. Su familia había vivido en esa localidad durante algunos años y luego se mudó a Las Varillas. “Lo pasé tan bien ahí, que volví los dos siguientes veranos, y aprendí a hacer todos los trabajos del campo y realmente me gusta mucho el campo, y al comenzar ahora a recorrer el bicicleta me llevó a pararme en los diferentes lugares, entonces por ahí encontraba un salón, un boliche que en estos momentos están abandonados, las escuelas que están hermosas y así surgió escribir lo que veía, las historias, los relatos, y subir las fotos en el facebook, que ni sabía lo que era me lo abrió mi hija, y así se produjo un ida y vuelta con la gente que en otra época asistió a esas escuelas y a raíz de ello hoy tengo casi tres mil amigos, gente que vive en Europa que asistió a esas escuelas, y a algunos de ellos le envié un libro…”,expresó.

La decisión de escribir el libro

En un momento determinado, una de las personas que comentaba las publicaciones “Liliana Culasso que vive en Alicia me dice: Negro tenés que dejarlo escrito en algún lado, tenés que dejárselo a tus nietos, y cuando me dijo mis nietos a uno se le ablanda el corazón, es otra historia, así que un día le comento a Roberto (Battaglino), que tenía ganas de escribir un libro y me pregunta cuántas hojas había escrito, le contesto 15, a lo cual me responde que es poco, así que le dije que tenía mucho más para escribir y así lo hice. Yo escribía y él lo veía en Córdoba cuando tenía tiempo y corregía, por eso le tengo que agradecer que hizo la edición respetando todo lo que yo escribía. Y salió este libro que me ha traído una enorme satisfacción….”, manifestó.
Añadió que muchos lugares le llamaron la atención porque son todos distintos, mencionando la Capilla y cementerio de San Agustín, con toda su historia de los Mayorga, como tantos otros, entre ellos el último que visité la ERA (Elaboradora Regional de Alimentos): “Cuando lo cuento en facebook me dicen muchos que cuando eran chicos tomaban la leche chocolatada de esa empresa, que era famosa por eso, que era la primera fabricante de chocolatada, también cuando fui a La Toscanita donde algún viernes fui a un baile, momentos en que se “cabeceaba” a las chicas para invitarlas a bailar, una de ellas cuando salimos a bailar me llegaba al techo, yo era alto, no lo advertí porque la veía sentada cuando la saqué a bailar, y así tantos recuerdos y anécdotas que surgen cuando voy a estos lugares. Me emociona ir a las escuelas rurales, porque veo en esos chicos una pureza especial, tienen un respeto tremendo hacia la maestra, y ella los trata como a sus hijos, conoce los problemas de cada uno de ellos y la escuela es como su casa. En la actualidad salvo la escuela de Corral del Bajo que tenía 61 alumnos, las demás tienen 10-12”, contó.
Continuó: “Es hermoso llegar y el trato que tienen conmigo, me preguntan. En el último viaje, en la escuela de la zona conocida como Las Víboras había un profesor de Música, tienen señal de internet y todos los jueves tienen clase de Inglés. También recuerdo a Facundo, un alumno de la escuela Víctor Mercante de La Leoncita que hacía todas las mañanas 2 mil metros para llegar a la escuela, llegaba con el pelo duro del frío, hasta que le consiguieron una bicicleta, un día se le pinchó la goma de la bici, volvió a su casa dejó la bici, y se fue caminando a la escuela, el problema en el campo es que cuando se rompe la bicic no hay quien la arregle, por eso todo esto hay que valorarlo….”.
El libro se puede adquirir en librería Charles y contactando a Isidro mediante Facebook. Su contenido contiene casi 4 mil kilómetros de recorrido por zona rural de nuestra región, muy poco de las serranías cordobesas y una foto saludando al Papa Francisco en el marco de su visita a Europa. Tiene 83 fotografías a color de distintos lugares de nuestra zona, 70 kilómetros alrededor de Las Varillas y cada una tiene su historia particular.

La peregrinación en bicicleta por el camino a Santiago de Compostela en España

Añadió como una experiencia “maravillosa”, la concreción del camino de Santiago de Compostela en el noroeste de España, en Galicia, donde junto a su yerno Roberto Battaglino hicieron el mismo en bicicleta: “Fue un viaje tan lindo, hicimos 400 km en bicicleta en seis días, ya que hay tramos que tienen dificultad media y alta, desde León donde alquilamos las bicicletas y nos dan el certificado de peregrino y como indicación nos dice que si no vemos cada 200 metros un peregrino caminando es porque equivocamos el camino”.
De esta manera hicieron el camino del peregrino en bicicleta, observando el atractivo paisaje y guiados por diferentes señales que van indicando el camino, con un sendero señalizado y ordenado tanto para caminantes como para ciclistas. “Es una de las mejores experiencias que tengo de mi vida, de los viajes que he hecho, cruzarte con los peregrinos con quien nos cruzábamos y se generaba esa empatía particular de saber que todos teníamos un mismo destino, la sonrisa y buen camino,,,”, comentó.
Recordando que para este desafío fueron con camisetas que habían hecho especialmente con la bandera argentina en el brazo y pecho, y a su vez Isidro le agregó a su calza las banderas de Córdoba y de Las Varillas: “Cuando pasé por un lugar había una mujer que se le caían las lágrimas porque se había ido a España a vivir con su familia a los cinco años, y en otro pueblo el 15 de mayo pasamos por un pueblo donde estaban las campanas sonando, y nosotros siempre buscábamos las capillas, ahí fuimos y el cura nos dijo que era el Día de San Isidro, y en el Monasterio de Samos me encontré con una mujer con una bandera de Uruguay, hacé de cuenta que me encontré con el vecino de mi casa, y uno de los últimos días paramos a comer en un lugar y cerca había un arroyo con unos bancos donde había una joven durmiendo, al intercambiar diálogo nos dice que ya estaba llegando, que sus amigas ya estaba en Santiago, pero ella quería ir más despacio para ir disfrutando el camino….”,

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