Fundación Aneley cierra un año con excelentes logros, pero muy difícil económicamente

Lucía Luna, fundadora y directora de Fundación Aneley, conversó con El Heraldo acerca de lo que significó el 2022 para la institución, los proyectos que tienen para el año próximo, y las dificultades económicas y burocráticas que atraviesan.

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Fundación Aneley cuenta con 17 profesionales, un equipo de trabajo de más de 50 personas, una comisión directiva de 20 personas; y 17 asistentes jóvenes y adultos. Cuentan con más de 10 talleres: de estimulación cognitiva y sensorial, de educación física, de arte, de cocina, de huerta, de alfabetización, de música, de psicomotricidad y de folclore, entre otros.

EH: ¿Cuál es el balance que les deja este 2022?

LL: El 2022 fue un año muy especial porque obtuvimos la habilitación como centro de día en el mes de junio. Eso se venía trabajando desde hacía ya muchos años, y obtenerlo fue un paso muy importante para ir a presentar la carpeta a los pocos días a la junta de categorización, que eso recién cuando tengamos una auditoría nos permitirían trabajar con obras sociales. Lo que pasa es que todo se demora porque lamentablemente venimos padeciendo la burocracia de nuestro país.

Nosotros con nuestro empuje, con nuestras ganas, con nuestra pasión, hace 6 años que inauguramos, y tenemos edificio propio desde hace 2 años, ya ampliado. Esto significa que le ponemos todo el empeño, pero la burocracia y las trabas son tremendas. Desde julio que presentamos la carpeta, recién una semana antes de Navidad, llamaron y dijeron que teníamos documentación vencida, que teníamos dos días para presentarla, y lo presentamos, gracias al estudio de abogados de la doctora Estela Peralta Buffa y asociados, junto con el equipo terapéutico que cumple al pie de la letra los requisitos del Ministerio de Salud, para que en algún momento puedan llegar a hacer la auditoría.

Tenemos mucha ayuda, mucha colaboración, de distintas personas; eso es lo que se ha logrado año tras año, al mostrar transparencia y al mostrar que cada centavo que llega a nuestras manos está puesto acá. El año fue excelente en ese aspecto, porque logramos eso, si bien lo otro está demorado. Pero bueno, ya tenemos un paso más y pensamos que el año próximo sí o sí tiene que estar. Si encuentran algo que no les guste, vendrán de nuevo. Vendrán las veces que tengan que venir, pero lo vamos a conseguir. Lo sé.

Económicamente fue muy difícil, muy complicado, porque al no tener las obras sociales se siguió haciendo a pulmón. Tuvimos la grandiosa ayuda del Sr. Oscar Mercol como el año anterior, que, sin esa ayuda de sus clientes a través de él, no hubiésemos podido tener abierto hasta fin de año. Quizás a mitad de año hubiésemos tenido que cerrar, porque se recibe muy poco del gobierno.

Se reciben $12.500 mensuales del municipio y recibimos una sola vez $50.000 de la provincia; y tuvimos un cierre de año con un gasto de $400.000 mensuales, o sea que como verás, el apoyo desde los distintos Estados, no está. Yo pido esa ayuda y no la recibo, y la voy a seguir pidiendo, porque esta gente se merece una mirada.

Se vieron muchísimos logros en los asistentes gracias al gran trabajo que hace el equipo de profesionales, excelentemente capacitados y capacitándose permanentemente. Porque la institución también brinda capacitaciones, dentro de los costos que pueda manejar.

Ahora necesitamos dos aulas más. Tenemos materiales, sólo necesitaríamos mano de obra, -que la hemos pedido durante todo el año, pero no la recibimos-. Con esas dos aulas más podríamos cubrir lo que necesitamos, porque tenemos 17 asistentes y sólo tenemos capacidad para 10. Es decir que estamos sobrepasados. Y no solamente eso, sino que tenemos 14 en lista de espera.

A mí esa lista de espera me duele, me duele mucho, porque duele la necesidad de esas personas, porque esa lista de espera se incrementa año tras año, porque golpean la puerta cuando egresan de las escuelas especiales, no solamente la de acá sino de la zona, porque no tienen otro lugar. El centro de día es el único habilitado en Las Varillas y en la zona por varios kilómetros a la redonda.

Tenemos gente de El Arañado, teníamos de San Bartolo, que por problemas de movilidad y porque la obra social no le cubrió más el transporte no pudieron seguir viniendo. Hubo asistentes de Las Varas, habría de Alicia también pero no logré que desde el municipio los trasladen.

Se necesita mucha ayuda y estamos muy solos desde el apoyo gubernamental. Gracias a Dios, la comunidad es increíblemente solidaria. Esta institución no es nuestra, estamos al frente, somos la cara visible, hay una comisión directiva que dedica mucho tiempo, pero esto está en pie por la solidaridad de la gente.

Por ejemplo, -que ojalá que sea contagioso, que se imite-, en el taller de huerta, se hizo un invernadero, que no nos dio resultado porque no se pudo mantener en pie. Entonces, el esposo de una profesional de acá, Alejandro Verdoia, junto a compañeros de trabajo: Ariel Olmedo, Germán Baronio, Guillermo Cavaglia, Ricardo Miño, Ariel Alberto; están haciendo una ayuda inmensa. Ellos salen de su trabajo, -que es un trabajo bastante pesado- y después vienen y trabajan acá. Ellos mismos están construyendo un invernadero que nos dure. Se contactaron con distintas empresas: Hormiobras del Sr. Piatti de Sacanta, Lucaal S.A., Aceros del este y Betoncor de Mariano Nasjleti, que siempre está ayudándonos; y consiguieron los materiales. Las empresas siempre están totalmente predispuestas para lo que necesite la institución. Desde la sociedad y el sector privado, la ayuda es muy grande. La empresa TBeH nos ayudó durante todo el 2022.

Necesitamos más empresas que se sumen a un aporte mensual mínimo, para poder sostener el 2023. Tenemos un año que nosotros pedimos, realmente imploramos, la ayuda hasta que nos llegue la auditoría y no tengamos que cerrar la institución.

Porque no me parece justo, porque las personas que acá asisten son seres humanos como vos y como yo.

Acá hay 17 asistentes, que ninguno quiere dejar su lugar, porque están muy cómodos, muy bien atendidos. Por eso, dentro de lo difícil económicamente que fue, siento que se ha logrado muchísimo. Lleva un gran desgaste, un gran esfuerzo, pero elijo estar acá, porque ellos lo necesitan y lo merecen.

EH: Aquellas personas que quieran colaborar, ¿qué es lo que pueden hacer?

LL: Tenemos a una chica que se consolidó también en 2022, que se encarga de hacer la cobranza y de asociar. El que esté interesado, en este momento son 1800 pesos anuales, es una colaboración que ayuda mucho. Se comunican con nosotros, nos dan los datos y esta persona los asocia.

Pueden apoyarnos como socios, como colaboradores, como parte de la comisión directiva o el grupo de trabajo. Las puertas siempre están abiertas para recibir más gente.

Agradecemos mucho a Cáritas, que, a través del Padre Daniel, tuvimos la merienda durante todo el año. Esa fue una ayuda muy importante.

Yo siempre digo que esta obra no es nuestra, es de Dios, y la providencia de Dios está.

EH: ¿Para ustedes qué implica poder trabajar con obras sociales? ¿Hay un reconocimiento por parte de las mismas acerca de la discapacidad?

LL: Nosotros las necesitamos para poder mantenernos. Sabemos que eso nos va a llevar un tiempo, poder hacer una cadena y que se logre trabajar y cobrar, porque las obras sociales se están demorando muchísimo. Esto es a nivel nacional, y desde siempre, que las obras sociales con la discapacidad ponen trabas y se demoran en los pagos a los profesionales. A principios de año ya hubo inconvenientes a nivel nacional, con recortes de pagos.

Pero bueno, una vez que tengamos la categorización, las obras sociales tienen la obligación de cubrir todo, por ejemplo, el traslado de los asistentes.

Nosotros desde acá, con la trabajadora social, que hace excelentemente su trabajo, vamos a poder accionar para que cubran sí o sí, más allá de las demoras de pago, que están en más de seis meses. Nosotros tenemos un año largo, -diciendo poco-, para poder estar mantenidos por las obras sociales. Que es justamente el año y medio que le pedí a la parte gubernamental que nos sostenga.

Nosotros no estamos pidiendo que nos sostengan de por vida. Porque tenemos muchísimos proyectos, muchísimos más proyectos, esto tiene que ser grande, tiene que ser para todo aquel que golpee la puerta y pida un lugar, porque no puede ser para algunos nada más, no fue la idea hacerlo para algunos. Y las personas con discapacidad son muchas, y necesitamos cubrir las necesidades de todos, no de Las Varillas sino también de la zona, por eso no solo necesitamos el apoyo de este municipio sino de la zona también.

EH: ¿Es difícil pensar en proyectos sin la seguridad de contar con un dinero determinado? ¿Se proyecta igual?

LL: Sí, es muy difícil, pero me gusta mucho proyectar sobre este tema de la discapacidad porque tiene muchas necesidades, hay muchas falencias a nivel social para cubrir.

Lo que pasa es que, al no tener disponibilidad económica, quedan en eso, en proyectos, que no llegan a concretarse.

Pero no pierdo las esperanzas, sigo insistiendo, la providencia de Dios es grande, y como se obtuvo esto que era impensado, también vamos a poder llegar al hogar de día. Hoy es centro de día, y el hogar de día es sumamente necesario. Hay muchas personas que ya tendrían que estar en un hogar de día. No tengo lugar, no tengo ni idea de dónde se va a hacer, pero Las Varillas va a tener uno. No a corto plazo, obviamente.

Algunas personas me dijeron: «No es cuestión de vida o muerte», y no, no lo es, es cuestión de calidad de vida.

¿Por qué todas las demás personas pueden tener una buena calidad de vida y ellos no? ¿Por qué no preguntarse eso? Si se crean escuelas para personas sin discapacidad, y plazas, se crean clubes, se apoya a clubes, ¿y esta institución?, ¿qué pasa?, ellos también necesitan.

Están invitados a visitarnos, cuando se abran las puertas de nuevo, a recorrer, a charlar con ellos, a preguntarles cómo están y cómo se sienten, para que vean, porque por ahí, no es lo mismo ver una persona con discapacidad en la calle, que encontrarte con 17 realidades, 17 patologías diferentes, y felices, contentos, contenidos.

Y más allá de la difícil situación económica, insisto, termino el año siempre con balance positivo, porque el haber podido terminar ya es una bendición de Dios. Y sigo rezando y pidiendo por otro año de poder tenerlo abierto.

EH: ¿Ahora están en un receso? ¿Cuándo retoman?

La semana pasada se hizo el cierre, y se debería retomar en febrero, pero por cuestiones económicas se retomará en marzo.

Los asistentes, 15 o 20 días antes de que terminara estaban muy preocupados por qué iban a hacer en todo ese tiempo, que para ellos es mucho. Ellos se preocupan por un fin de semana largo.

EH: Para terminar, de todos los proyectos mencionados, ¿cuáles son a corto plazo?

LL: Las dos aulas y un SUM, yo siempre espero más, siempre voy por más. Ojalá el año que viene a fin de año yo pueda cerrar un balance y poder decirte “logramos tener las dos aulas, la auditoría, y estamos trabajando con obras sociales”. Eso es lo esperado a corto plazo, a largo plazo hay mucho. Tenemos arquitecto, tenemos todo para largar las aulas, nos hace falta solidaridad, básicamente. Y mirar, de verdad, detenernos a mirar la discapacidad, nadie está exento. A mí me tocó, pasó Agustín por nuestras vidas, y nos hizo conocer la discapacidad, amarla, y ocuparnos. En su momento estuvimos preocupados, pero también nos hizo ocuparnos de la misma, y de las necesidades dentro de la ciudad. No es necesario tener a alguien en la familia, basta con acercarse o preguntar.

Entonces, tenemos que alivianar ese peso mientras podamos, y ayudarlos, y verlos como hermanos, no como personas distintas, esencialmente eso, son valores que debemos tener todos. Gracias a Dios, Las Varillas es una ciudad con muchos valores, mucha solidaridad y mucha empatía.

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