Escuela y liderazgo en tiempos críticos

Columna de Opinión- Licenciada, Prof. Rosana del Valle Taborda.

En estos tiempos que podríamos llamar de pandemia tardía, en los que las crisis se han profundizado, las escuelas también se vieron afectadas, en tanto tuvieron que responder en forma inmediata ante las problemáticas del dictado de clases de sus estudiantes, para garantizar el derecho de recibir los contenidos y aprendizajes que preveía el trayecto escolar que comenzó en forma virtual en el año 2020.
Es indudable que estas situaciones de crisis plantean interrogantes; en el caso del ámbito educativo, influyen a pensar cambios institucionales y a planificar estrategias que se adecuen a estas nuevas situaciones post pandémicas.
En este sentido, el liderazgo de la dirección escolar juega un papel fundamental ante lo imprevisto de la situación, en el modo de gestionar una nueva organización escolar, la formación profesional de los docentes, en un mundo cambiante que demanda mayor conocimiento en el manejo de nuevas herramientas digitales para la práctica educativa.
El rol del líder implica que, ante situaciones críticas, trabaje en forma activa para un desarrollo más dinámico, apoyando y animando a superar las problemáticas que van surgiendo en el proceso, apostando a la mejora de los aprendizajes y motivando al grupo con metas pedagógicas centradas en el progreso de las competencias básicas de todos/as los estudiantes.
Estoy, así, planteando como indispensable un liderazgo pedagógico que centre todas sus acciones en la calidad de la enseñanza y resultados en los aprendizajes de los estudiantes.

En las últimas décadas, han proliferado distintas propuestas de modelos de liderazgo (como el estratégico, sostenible, sirviente, emocional, ético, transaccional, etc.); de las cuales las dos más potentes han sido el liderazgo pedagógico y el liderazgo “transformativo”. Ambos contribuyen a que la dirección escolar tenga como meta mejorar las prácticas de los profesores, para asegurar buenos aprendizajes de todos/as los/as estudiantes.
Estos estilos de liderazgo se dirigen a transformar los modos habituales de enseñanza —donde la incertidumbre atravesó los espacios y tiempos cotidianos de la escuela— en nuevos escenarios de aprendizajes, atendiendo a priorizar la educación y la salud de la comunidad educativa, a partir del uso de nuevas herramientas digitales que habitualmente no eran utilizadas en las prácticas de los docentes.
Desde mi perspectiva, este es un indicio de que la demanda hacia los equipos directivos va en aumento y está, además, adquiriendo otros significados, ya que se deben atender nuevas y diferentes necesidades. El objetivo primordial es garantizar una enseñanza a distancia de la mayor calidad posible; dando lugar a un nuevo liderazgo educativo que surge como oportunidad para revisar la formación de los directivos escolares.
Sin lugar a dudas, el liderazgo educativo que debió adecuarse a este nuevo contexto de crisis se ve obligado a buscar nuevos caminos y prácticas para adecuar los programas tradicionales a la modalidad virtual con metodologías más pertinentes al contexto que vivían las familias, los estudiantes y profesores.
La formación de los líderes educativos debe tener en cuenta las capacidades críticas para enfrentar crisis: como distribuir el liderazgo en forma colectiva, gestionar la organización con una planificación flexible con posibles ajustes rápidos, comunicar y generar confianza en escenarios de incertidumbre y como muy importante proveer herramientas para atender la situación socioemocional de los estudiantes.
Otros de los aprendizajes claves como motor del liderazgo es el aprendizaje permanente tanto individual como de la organización escolar que deben generar herramientas que puedan sistematizar las nuevas experiencias e integrarlas en las futuras prácticas.
La crisis actual nos abre un interrogante: ¿cómo redefinir la formación de nuevos liderazgos educativos que integren lo pedagógico y lo transformativo? a sabiendas de que los próximos años serán difíciles; las consecuencias económicas, sociales y educativas harán que las escuelas no vuelvan a ser las mismas que eran antes de la pandemia, lo que nos obliga a revisar críticamente lo que estamos haciendo para lograr aprendizajes de calidad y brindar oportunidades a todos/as los estudiantes.

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