El radicalismo recuerda la Revolución del Parque -26 de julio de 1890

El 1890, los antagonismo con los elencos gobernantes convergen en una coalición opositora que se pone en acto en la Revolución del Parque haciendo visibles los síntomas de la crisis de un modo de hacer política. La corrupción administrativa, el festival de gastos, la venalidad de los funcionarios, las prebendas y los negociados en torno a la adjudicación y el manejo de las concesiones estatales y la obra pública, así como el materialismo desmedido eran reiteradamente denunciadas. Los cuestionamientos son múltiples pero tienen un denominador común: la práctica del gobierno no coincide con la norma impuesta por los constitucionalistas en 853. Los principios republicanos, representativo y federal son transgredidos por gobiernos electores que perpetúan círculos gobernantes por la parodia del voto y la adjudicación de cargos públicos como premio por servicios electorales; por el Poder Ejecutivo que absorbe al Parlamento por el centralismo que convierte a las provincias, en meras dependencias administrativas y anula la vida comunal.

La Revolución se hace en nombre del retorno al gobierno de la ley, por contraposición al gobierno de los hombres. En este año se reúnen fuerzas políticas heterogéneas, «católicos y masones, militares y clérigos, autonomistas y nacionalistas que alguien la define como asociación de voluntades, ni partido ni coalición de partidos y otro planteará la necesidad de constituir partidos políticos orgánicos».

En abril de 1890 tuvo lugar un multitudinario mitin en la cancha de El Frontón con la participación de los prohombres opositores y la juventud organizada. En ese lugar hace uso de la palabra un viejo caudillo autonomista porteño que en parte de su discurso expresó: «La vida política de un pueblo marca la condición en que se encuentra, marca su nivel moral, marca el temple y la energía de su carácter. El pueblo done no hay vida política es un pueblo corrompido y en decadencia, o es víctima de una brutal oresión. La vida política forma esas grandes agrupaciones, que llámeseles como esta, populares, o llámeseles partidos políticos, son los que desenvuelven la personalidad del ciudadano, le dan conciencia de su derecho y el sentimiento de la solidaridad de los destinos comunes».

La necesidad de superar la crisis económica y de regenerar el sistema político surgen en ese momento como aglutinantes, pero el modo de dar respuesta a tales cuestiones opera como elemento de tensión que después del fracaso de la Revolución del Parque divide a los cívicos.

Fue después de la derrota, cuando la revolución ganó popularidad en la ciudad, que celebraba a sus líderes y sus principios, abriendo un nuevo horizonte político. Frente al vacío que parecía abrirse en 890 en diferentes planos de la vida colectiva, nadie podía confiar en las certezas que con tanto optimismo había guiado a la Argentina en la última década. Se abría así una nueva etapa en la historia del país.

Jorge Luis Cravero

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