A 23 años del brutal crimen de Silvina Pelosso, la cordobesa asesinada en Yosemite

Silvina Pelosso tenía 16 años, cursaba el secundario en el Instituto Domingo Faustino Sarmiento, del barrio San Vicente -en la ciudad de Córdoba- con excelentes notas y, como premio sus padres le regalaron un viaje a los Estados Unidos para febrero de 1999.

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La adolescente tenía 16 años cuando viajó a EEUU para conocer el Cañón del Colorado junto a una familia amiga. Carol Sund, de 42 años, su hija July de 15 y Silvina fueron masacradas por Cary Stayner, un empleado del hotel donde se alojaron y fueron vistas con vida por última vez.

Silvina Pelosso tenía 16 años, cursaba el secundario en el Instituto Domingo Faustino Sarmiento, del barrio San Vicente -en la ciudad de Córdoba- con excelentes notas y, como premio sus padres le regalaron un viaje a los Estados Unidos para febrero de 1999.

Una vez en el destino, la adolescente se alojó en la casa de Carole Carrington (43) amiga de Raquel, la madre de la joven víctima, quienes se conocían desde niñas. Las mujeres habían planeado que Silvina viajara a Norteamérica para conocer El Gran Cañón del Colorado con Carole y su hija July, de 15 años. Pero el viaje soñado se convirtió en la peor pesadilla jamás imaginada.

El 14 de febrero de 1999 Carole, July y Silvina se trasladaron desde Eureka hasta San Francisco -California- donde la mujer alquiló un Pontiac Grand Prix rojo y para llegar a Stockton. Al día siguiente partieron hacia Modesto, recorrieron la ciudad y se fueron al Parque Nacional Yosemite. Allí se hospedaron en el hotel Cedar Lodge. La noche del 15 de febrero fue la última vez que Carole habló con su esposo Jens Sund.

Debido la falta de noticias de las tres mujeres, las familias realizaron la denuncia por desaparición. Desde ese momento comenzó un calvario que estremeció particularmente a Córdoba, a Argentina y a Estados Unidos. La suerte de la joven cordobesa se iba apagando a medida que pasaban los días. Sus familiares viajaron al país del norte para seguir de cerca la búsqueda. 

Fueron 31 días de zozobra, angustia e incertidumbre. Recién el 18 de marzo un hombre encontró el Pontiac quemado en el fondo de un barranco, en un área aislada al norte de la autopista 108, cerca de Long Barn, California. Al día siguiente llegaron los investigadores y hallaron en el interior del baúl los cuerpos de Silvina y de Carole. 

El 25 de marzo y tras una llamada anónima que brindaba información clave, cadáver de July fue encontrado a orillas del lago Don Pedro, en un lugar aislado a menos de una hora de donde fue hallado el auto de alquiler. Había sido degollada.

El cuerpo de la estudiante cordobesa fue el último en ser reconocido debido a que estaba totalmente calcinado y fue difícil realizar las pruebas de ADN que confirmaran su identidad. 

Las sospechas y la estremecedora confesión del asesino

Un equipo de la Oficina Federal de Investigaciones (FBI) comandado por el director de la delegación de Sacramento, California, James Madock, interrogó a Cary Stayner (38), entre otros, quien era empleado del hotel donde habían estado alojadas las viajeras. Pero increíblemente Stayner quedó fuera de toda sospecha. Los investigadores creyeron que las mujeres habían sido asesinadas por un grupo de drogadictos.

En esa línea, la policía detuvo a dos posibles sospechosos de lo homicidios: Billy Strange (39) y sus amigo de 55 años, Darrell Gray Stephen. Ambos negaron ser los autores del horroroso crimen.

Pero cinco meses después ocurrió otro brutal crimen que cambiaría la hipótesis de los investigadores y permitiría llegar al verdadero asesino: el 22 de julio, apareció muerta en el Parque Yosemite, Joie Ruth Amstrong (26), una guardaparques que trabajaba en el lugar. La mujer, en su afán por defenderse de su homicida, dejó una gran cantidad de rastros que condujeron directamente a Cary Stayner. Así, el FBI logró la evidencia necesaria para incriminarlo. A los pocos días, él, por propia voluntad, confesó el triple crimen anterior.

Las palabras de un psicópata

Cercado por las evidencias, Stayner confesó a los investigadores que la noche del 15 de febrero tomó un bolso, puso unas sogas, un rollo de cinta adhesiva, un revólver y una cuchilla tipo carnicero. Subió a la habitación del Cedar Lodge donde se alojaban las mujeres, y con la excusa de que debía arreglar unos caños de agua, ingresó al lugar.  Pasó al baño, allí se quedó unos minutos, hasta que al final salió.

Carole leía un libro recostada en la cama y las dos adolescentes miraban televisión. Fue el momento en que el asesino a punta de pistola las amenazó, les tapó la boca y llevó a las chicas al baño y las encerró. Luego ahorcó a Carole. “Me llevó cinco minutos… no sabía que era tan difícil estrangular a alguien. No sentí nada, fue como hacer un trabajo”, dijo el psicópata.

Inmediatamente llevó el cuerpo de la mujer al baúl del Pontiac. Volvió a la habitación del hotel y sacó a las chicas del baño y las abusó sexualmente. En ese momento, Silvina entró en un ataque de nervios y rompió en llanto, él la tomó violentamente del brazo y la introdujo en el baño, la obligó a arrodillarse frente a la bañera y la estranguló. 

Con July, como única sobreviviente , cargó el cuerpo de Silvina y también lo colocó en el baúl del auto. Luego limpió la habitación, envolvió en una frazada a la adolescente y subieron al vehículo. “Manejé por un largo rato, sin saber a dónde me dirigía. Simplemente conducía», confesó el homicida. Terminó su travesía en el lago Don Pedro, donde volvió a abusar de la chica, y luego la degolló.

Por el triple crimen el 9 de octubre de 2002, los 15 miembros del jurado recomendaron la pena capital para Cary Stayner. En diciembre de ese año el juez Thomas Hastings, que había presidido el proceso, ratificó el fallo. Desde ese momento, Stayner vive en el corredor de la muerte en la cárcel de San Quintín.

Fuentes: La Nación; eltribuno.com y prisioneroenargentina.com . CBA24.com.ar

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